
Pero ¿qué las hizo diferentes?
Por azar arribaron a la civilización y su exotismo les aseguró un papel absolutamente exquisito, transformándolas en mensajeras por excelencia de sentimientos amorosos, no exclusivamente románticos (para ello las eternas rosas), sino de ese amor muchas veces complotado con joyas y promesas no siempre cumplidas
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